jueves, 26 de julio de 2007

Harry Potter y las Reliquias de la Muerte

Ayer en televisión pude ver un pantallazo de un blog que publicaba el último libro de Harry Potter en español.

Hoy pude encontrarlo, se llama Spanish Hallows y tiene todos los capitulos del 7mo libro, traducidos al español. Que esperan??? :D




Capítulo 36 (final): El fallo en el plan

Estaba tirado con la cara pegada al suelo. El olor del bosque llenaba su nariz. Podía sentir el frío del suelo bajo de su mejilla, sus gafas habían caído a un lado. Cada centímetro de su cuerpo le dolía y el lugar donde la maldición asesina le había dado le dolía como si hubiera sido golpeado con acero. No se movió, permaneciendo en el mismo lugar donde había caído; con el brazo izquierdo doblado en un ángulo extraño y la boca semi-abierta.
Había esperado oír gritos de triunfo y júbilo por su muerte, pero en lugar de eso se oían pasos apresurados, susurros y murmullos que llenaban el aire.
–Mi Señor… mi Señor…
Era la voz de Bellatrix, y hablaba como si lo hiciera a un amante. Harry no se atrevió a abrir los ojos, en cambio dejo que sus otros sentidos exploraran su dilema. Sabía que su varita seguía guardada bajo la túnica porque podía sentirla entre el pecho y el suelo...
Un ligero efecto acolchado en la zona de su estómago le decía que la Capa de Invisibilidad también estaba allí, amontonada fuera de la vista de los demás.
–Mi Señor…
–Eso servirá –dijo la voz de Voldemort
Más pasos, varias personas estaban alejándose del lugar. Desesperado por ver lo que pasaba y por que, Harry abrió los ojos un milímetro.
Voldemort estaba poniéndose en pie. Varios mortífagos se apresuraban a alejarse de él, volviendo a la multitud que se alineaba en el claro. Solamente Bellatrix permaneció arrodillada junto a él.
Harry cerró de nuevo los ojos y consideró lo que había visto. Los mortífagos se habían agrupado alrededor de Voldemort, quien al parecer había caído al suelo. Algo había ocurrido en el momento en que atacó a Harry con la Maldición Asesina. ¿Voldemort también se había derrumbado? Eso parecía. Y ambos había quedado brevemente incosncientes y los dos habían despertado ya…
–Mi señor, permíteme…
–¡No necesito ayuda! –dijo Voldemort fríamente y a pesar de que no podía verle, Harry se imaginó a Bellatrix retirando la mano solícita-. El muchacho, ¿está muerto?
Se hizo un silencio absoluto en el claro. Nadie se acercó a Harry pero sentía sus miradas concentradas; parecían presionarle con más fuerza en la tierra, y le aterraba que un dedo o un parpado pudieran delatarle.
–Tú –dijo Voldemort, y se oyó un golpe y un pequeño chillido de dolor.
–Examínale. Dime si está muerto.
Harry no sabía quien había sido enviado a verificar su muerte. Solo podía quedarse alli tendido, con el corazón latiendo traicioneramente, y esperar a ser examinado; pero al mismo tiempo un pequeño consuelo le invadía y se mostraba cauteloso, no queriendo aproximarse a él, sospechaba que no todo había ido según lo planeado...
Unas manos, mas suaves de lo que había esperado, tocaron la cara de Harry y palparon su corazón, podía oír la respiración agitada de una mujer.
–¿Draco esta vivo? ¿Está en el castillo?
El susurro fue apenas audible, los labios de la mujer estaban a centímetros de su oído, la cabeza tan inclinada que su largo cabello tapaba la cara de Harry.
–Sí –murmuró en respuesta.
Sintió que la mano se contraía sobre su pecho, las uñas le apuñalaron. Entonces la mano se retiró. Ella se había enderezado.
–¡Está muerto! –gritó Narcissa Malfoy a los observadores.
Y ahora gritaron, ahora aullaban de triunfo y estampaban los pies en el suelo y a través de los párpados, Harry vio explosiones de luz roja y plata en el aire, animando al celebración.
Todavía fingiéndose muerto en el suelo, entendió. Narcissa sabía que la única forma de que se le permitiera entrar a Hogwarts, y encontrar a su hijo, era como parte del ejército conquistador. Ya no le importaba si Voldemort ganaba o no.
–¿Veis? –dijo Voldemort a la multitud, –Harry Potter ha muerto por mi mano, y ningún hombre vivo puede amenazarme ahora, ¡Observad! ¡CRUCIO!
Harry había estado esperándolo, sabía su cuerpo no sería abandonado sin daño en el suelo del bosque; debía ser objeto de humillación para probar la victoria de Voldemort. Fue elevado en el aire, y necesitó toda su determinación para permanecer inerte, aunque el dolor que había esperado no llegó. Fue lanzado una vez, dos, tres al aire.
Sus gafas salieron volando y sintió como su varita se deslizaba un poco entre su ropa, pero se mantuvo flojo y sin vida, y cuando cayó a tierra por última vez, el claro resonó con los ecos de vítores y chillidos de risa.
-Ahora -dijo Voldemort- vamos al casillo, y mostrémosles en que se ha convertido su héroe. ¿Quien arrastrará el cuerpo? No... esperad...
Se oyó una oleada renovada de risas, y tras unos momentos Harry sintió como el suelo temblaba bajo él.
-Tú, llevale -dijo Voldemort-. Estará muy bien y muy visible en tus brazos, ¿verdad? Recoge a tu amiguito, Hagrid. Y las gafas... ponle las fatas... debe ser reconocible...
Alguien volvió a ponerle las gafas con brusquedad en la cara con una fuerza deliberada, pero las manos enormes que le alzaron en el aire eran extremadamente gentiles. Harry podía sentir como temblaban los brazos de Harry por la fuerza de sus sollozo, grandes lágrimas se derramaban sobre él mientras Hagrid le acunaba en sus brazos, y Harry no se atrevió, por movimiento o palabras, a confiar a Hagrid que no estaba todo aún perdido.
-Múevete -dijo Voldemort, y Hagrid se tambaleó hacia adelante, abriéndose paso a través del bosque cerrado, de vuelta a través del bosque.
Las ramas se enganchaban en el pelo y la túnica de Harry, pero él yacía inmóvil, con la boca entreabierta, los ojos cerrados, y en la oscuridad, mientras los mortifagos se apiñaban a su alrededor, y mientras Hagrid sollozaba salvajemente, nadie pareció nota que latía el pulso en el cuello expuesto de Potter.
Los dos gigantes lo aplastaban todo a su paso siguiendo a los mortifagos. Harry podía oir los árboles crujiendo y cayendo mientras pasaban, eran tan ruidosos que los pájaros se lanzaban chillando al cielo, e incluso los vítores de los mortifagos quedaban ahogados. La procesión victoriosa marchó hacia terreno abierto, y después de un rato Harry pudo decir por el aligeramiento de la oscuridad que percibía a través de los párpados cerrados, que los árboles empezaban a aclararse.
-¡BANE!
El bramido inesperado de Hagrid casi oblió a Harry a abrir los ojos-. ¿Estás contento ahora, eh? ¿No vais a luchar, verdad, panda de mulas cobardes? ¿Os alegra la m-m-muerte de Harry Potter?
Hagrid no continuó, sino que estalló en renovadas lágrimas. Harry se preguntó cuantos centauros estaban viendo pasar la procesión. No se atrevió a abrir los ojos. Algunos de los mortifagos lanzaban insultos a los centauros cuando les dejaron atrás. Poco después, Harry sintió, por el aire refrescante, que habían alcanzado el linde del bosque.
-Alto.
Harry creyó notar que Hagrid había sido obligado a obedecer la orden de Voldemort porque se tambaleó un poco. Y un nuevo escalofrío se cernió sobre ellos cuando se detuvieron, y Harry oyó la áspera respiración de los dementores que patrullaban los demás árboles. No le afectarían ahora.
El hecho de su propia supervivencia ardía en su interior, un talisman contra ellos, como si el ciervo de su padre montara guardia en su corazón.
Alguien pasó junto a Harry, y supo que habia sido el propio Voldemort porque habló un momento después, con una voz mágicamente amplificada para que así atravesara los terrenos, estrellándose contra los tímpanos de Harry.
-Harry Potter está muerto. Le maté mientras huía, intentando salvarse mientras vosotros sacrificábais vuestras vidas por él. Traemos su cuerpo como prueba de que vuestro héroe ha muerto.
»La batalla está ganada. Habéis perdido a la mitad de vuestros combatientes. Mis mortifagos os superan en número, y El Chico que Vivió está acabado. La guerra debe acabar. Cualquiera que continue resistiéndose, hombre, mujer, o niño, será masacrado, al igual que cada miembro de su familia. Salid del castillo ahora, arrodilláos ante mí, y seréis absueltos. Vuestros padres e hijos, vuestros hermanos y hermanos vivirán y serán perdonados, y os uniréis a mí en un nuevo mundo que construiremos juntos.
Había silencio en los terrenos y el castillo. Voldemort estaba tan cerca de él que Harry no se atrevió a abrir los ojos de nuevo.
-Vamos -dijo Voldemort, y Harry le oyó adelantarse, y Hagrid se vio obligado a seguir. Ahora Harry abrió los ojos una fracción de segundo, y vio a Voldemort avanzando a zancadas ante ellos, llevando a la gran serpiente Nagini alrededor de sus hombros, ahora libre de su jaula encantada. Pero Harry no tenía posibilidad de extraer la varita oculta bajo su túnica sin que lo notaran los mortifagos, que marchaban a ambos lados de ellos a través de la lentamente aligerada oscuridad.
-Harry -sollozaba Hagrid-. Oh, Harry... Harry.
Harry volvió a cerrar los ojos firmemente. Sabía que se estaban aproximando al castillo y agudizó los oídos para distinguir, sobre las voces alegres de los mortifagos y sus pasos atronadores, señales de vida de los que estaban dentro.
-Alto.
Los mortifagos se detuvieron. Harry les oyó desplegarse en una fila frente a las puertas principales abiertas de la escuela. Podía ver, incluso con los párpados cerrados, el brillo tenue que indicaba que la luz se derramaba sobre él desde el vestíbulo de entrada. Esperó. En cualquier momento, la gente por la que había intentado morir le vería, yaciendo aparentemente muerto, en los brazos de Hagrid.
-¡NO!
El grito fue más terrible porque nunca había esperado o soñado que la Profesora McGonagall pudiera emitir tal sonido. Oyó a otras mujeres reír cerca, y supo que Bellatirx se vanagloriaba ante la desesperación de McGonagall.
Miró de reojo una vez durante un solo segundo y vio el umbral lleno de gente, mientras los supervivientes de la batalla salían a los escalones delanteros para enfrentar a sus vencedores y ver la verdad de la muerte de Harry por sí mismos. Vio a Voldemort de pie delante de él, acariciando la cabeza de Nagini con un solo dedo blanco. Cerró los ojos de nuevo.
-¡No!
-¡No!
-¡Harry! ¡HARRY!
Las voces de Ron, Hermione y Ginny fueron peores que la de McGonagall. Nada deseaba más que responderles, aunque siguió tendido en silencio, y sus gritos actuaron como un gatillo. La multitud de supervivientes hizo suya la causa, gritando y chillando insultos a los motifagos, hasta...
-¡SILENCIO! -gritó Voldemort, y se oyó un golpe y un destello de luz brillante y silencio obligaron a callar a todos-. ¡Se acabó! ¡Déjale, Hagrid, a mis pies, donde debe estar!
Harry sintió como le dejaban sobre la hierba.
-¿Véis? -dijo Voldemort, y Harry le sintió pasearse de acá para allá justo junto al lugar donde él yacía-. ¡Potter está muerto! Lo entendéis ahora, ¿verdad, ilusos? ¡No era nada, nunca lo fue, más que un niño que confiaba en que los demás se sacrificaran por él!
-¡Se enfrentó a ti! -gritó Ron, y el hechizo se rompió, y los defensores de Hogwarts gritaron y chillaron de nuevo hasta que una segunda y más poderosa explosión extinguió sus voces una vez más.
-Murió mientras intentaba salir a hurtadillas de los terrenos del castillo -dijo Voldemort, y hubo una inflexión en su voz por la mentira- Muerto mientras intentaba salvarse a sí mismo...
Pero Voldemort se interrumpió. Harry oyó una riña y un grito, después otro golpe, un destello de luz, y un gruñido de dolor. Abrió los ojos una milésima. Alguien se había liberado de la multitud y cargaba hacia Voldemort. Harry vio a la figura golpear el suelo. Desarmado, Voldemor lanzaba la varita de su oponente a un lado y reía.
-¿Y quién es este? -dij un su suave siseo serpentino-. ¿Quién se ha ofrecido voluntario para demostrar lo que ocurre a los que continuan luchando cuando la batalla está perdida?
Bellatrix soltó una risa deleitada.
-¡Es Neville Longbottom, mi Señor! El chico que ha estado dando a los Carrow tantos problemas! El hijo de los Aurores, ¿recuerda?
-Ah, si, recuerdo, -dijo Voldemort, bajando la mirada hacia Neville, que estaba luchando por volver a ponerse en pie, desarmado y desprotegido, de pie en la tierra de nadie entre los supervivientes y los mortifagos-. Pero eres un pura sangre, ¿verdad, mi valiente muchacho? -preguntó Voldemort a Nevile, que le enfrentaba con las manos vacías, cerrados los puños.
-¿Y qué si lo soy? -dijo Neville ruidosamente.
-Muestras espíritu y valor, y provienes de un linaje noble. Serás un mortifago de gran valor. Necesitamos gente como tú, Neville Longbottom.
-Me uniré a ti cundo el infierno se congele, -dijo Neville-. ¡Ejército de Dumbledore! -gritó, y hubo vitores en respuesta entre la multitud, a la que los Encantamientos Silenciadores de Voldemort parecían incapaces de contener.
-Muy bien, -dijo Voldemort, y Harry oyó más peligro en la suavidad de su voz que en la más poderosa de las maldiciones-. Si esa es tu decisión, Longbottom, volveremos al plan original. Allá, -dijo tranquilamente- tú.
Todavía observando todavía tras los párpados, Harry vio a Voldemort ondear su varita. Segundos después, saliendo de una de las ventanas del castillo, algo que parecía un pájaro deforme voló a través de las ventanas y en la luz tenue y aterrizó en la mano de Voldemort. Este cogió el enmohecido objeto por el extremo y lo sacudió, vacío y desgarrado, el Sombrero Seleccionador.
-No habrá más Sombrero Seleccionador en la Escuela Hogwarts, -dijo Voldemort-. No habrá más Casas. El emblema, escudo y colores de mi nombre ancestro, Salazar Slythering, servirá a todo el mundo. ¿verdad, Neville Longbotton?
Apuntó su varita hacia Neville, que se quedó rígido e inmóvil, después embutió el sombrero en la cabeza de Neville, de forma que se deslizó hacia abajo cubriéndole los ojos. Hubo movimientos en la multitud de observadores delante del castillo, y como uno, los mortifagos alzaron sus varitas, manteniendo a raya a los luchadores de Hogwarts.
-Neville va a demostrar ahora lo que le ocurrirá a cualquiera lo suficientemente estúpido como para continuar oponiéndose a mí, -dijo Voldemort, y con un ondeo de su varita, hizo que el Sombrero Seleccionador ardiera en llamas.
Los gritos hendieron el amanecer, y Neville ardía, arraigado en el lugar, incapaz de moverse, y Harry no podía soportarlo. Debía actuar...
Y entonces muchas cosas ocurrieron a la vez.
Oyeron alzarse un rugido de los límites distantes de la escuela que sonaba como si un enjambre de cientos de personas estuvieran derramándose sobre los muros exteriores y vertiéndose hacia el castillo, bramando gritos de guerra. Al mismo tiempo, Grawp había aparecido rodeando una esquina del castillo con su andar torpe y gritando "¡HAGGER!. Su llamada fue respondida por los rugidos de los gigantes de Voldemot. Corrieron hacia Grawp como elefantes a la carga haciendo que la tierra se estremeciera.
Después llegaron los cascos, los tañidos de arco,s y las flechas de repente caían entre los mortifagos que rompieron filas, gritando de sorpresa. Harry sacó la capa de invisibilidad de dentro de su túnica, la lanzó sobre sí mismo, y se puso en pie de un salto, mientras Neville se movía también.
En un movimiento veloz y fluido, Neville se liberó de la Maldición lanzada sobre el Sombrero. El llameante sombrero cayó y Neville extrajo de sus profundidades algo plateado, con una brillante empuñadura de rubíes.
La cuchillada de la hoja de plata no pudo oirse sobre el rugido de la multitud que se aproximaba o los sonidos de los gigantes o de la carga de los centauros, y aún así, pareció atraer cada mirada. Con una sola estocada, Neville partió en dos la gran cabeza de la serpiente, que giró alto en el aire, brillando a la luz que fluía desde el vestíbulo de entrada, la boca de Voldemort se abrió en un grito de furia que nadie pudo oir, y el cuerpo de la serpiente cayó pesadamente al suelo a sus pies.
Oculto bajo la Capa de Invisibilidad, Harry lanzó un Encantamiento Escudo entre Neville y Voldemort antes de que este último pudiera alzar su varita. Entonces, sobre los gritos y los rugidos y estruendosos golpes de los gigantes que luchaban, Hagrid gritó más alto que todos.
-¡HARRY! -gritó Hagrid-. ¡HARRY!... ¿DONDE ESTÁ HARRY?
Reinaba el caos. Los centauros a la carga estaban dispersando a los mortifagos, todos sentían los pies retumbantes de los gigantes, y cada vez más y más cerca el estruendo de los refuerzos que había venido de quién sabía dónde. Harry vio grandes criaturas aladas sobrevolando las cabeza de los gigantes de Voldemort, los thestrals y Buckbeak el hipogrito arañaban sus ojos mientras Grawp les golpeaba y mordía y ahora los magos, defensores de Hogwarts y mortífagos por igual estaban siendo forzados a volver a entrar en el castillo. Harry estaba lanzando maleficios y maldiciones a cualquier mortifago que veía, y ellos se derrumbaban, sin saber qué o quién les había dado, y sus cuerpos eran pisoteados por la multitud en retirada
Todavía oculto bajo la Capa de Invisibilidad, Harry fue también empujado a entrar en el vestíbulo. Estaba buscando a Voldemort y le vio al otro lado de la habitación, disparando hechizos con su varita mientras retrocedía hasta el Gran Salón, todavía gritando instrucciones a sus seguidores, mientras lanzaba maldiciones a diestro y siniestro. Harry lanzó más Encantamientos Escudo, entre Voldemort y sus presuntas víctimas.
Seamus Finnigan y Hannah Abbot, pasaron junto a él a la carrera hacia el interior del Gran Salon, donde se unieron a la lucha que ya florecía dentro.
Y había más, incluso más gente saltando los escalones delanteros, y Harry vio a Charlie Weasley alcanzando a Horace Slughorn, que todavía vestía su pijama esmeralda. Parecía haber vuelto a la cabeza de lo que parecían ser las familias y amigos de cada estudiante de Hogwarts que había seguido luchando junto a los tenderos y vecinos de Hogsmeade. Los centauros Bane, Ronan y Magorian irrumpieron en el vestíbulo con un gran crepitar de cascos, y detrás de Harry la puerta que conducía a las cocinas fue golpeada hasta sacarla de sus goznes.
Los elfos domésticos de Hogwarts inundaron el vestibulo de entrada, gritando y ondeando cuchillos de carnicero de trinchar, y a la cabeza de los mismos, con el guardapelo de Regulus Black rebotando en su pecho, estaba Kreacher, su voz de rana era audible incluso sobre este alboroto: -¡Luchad! ¡Luchad! ¡Luchad por mi Amor, defensor de los elfos domésticos! ¡Luchad con el Señor Tenebroso, en nombre del Valiente Regulus! ¡Luchad!
Estaban asaltando y apuñalando los tobillos y pantorrillas de los mortifagos con su diminutas caras iluminadas de malicia, y mirara donde mirara Harry veía mortifagos doblegados por el puro peso del número, superados por hechizos, sacándose flechas de heridas, apuñalados en las piernas por los elfos, o simplemente intentando escapar, pero tragados por la orda que se aproximada.
Pero esto no había acabado aún. Harry corrió entre los duelistas y los prisioneros que se resistían hasta el Gran Salón.
Voldemort estaba en el centro de la batalla, atacando y golpeando a todo el que se ponia a su alcance. Harry no podía conseguir un disparo claro, así que luchó por acercarse más, todavía invisible, pero el Gran Salon se fue abarrotando más y más con cada uno que conseguía forzar su entrada.
Harry vio a Yaxley derribado en el suelo por George y Lee Jordan, vio a Dolohov caer con un grito a manos de Flitwick, vio a Walden Macnair lanzado al otro lado de la habitación por Hagrid, golpear la pared opuesta, y deslizarse inconsciente hasta el suelo. Vio a Ron y Neville derrotando a Fenrir Greyback, Aberforht Aturdiendo a Rookwood, Arthur y Percy rodeaban a Thicknesse, y Lucius y Narcissa Malfoy corriendo entre la multitud, sin intentar luchar, llamando a gritos a su hijo.
Voldemort estaba ahora luchando contra McGonagall, Slyghorn y Kingsley, todos a la vez, y había un odio frío en su cara mientras ondeaban y amagaban alrededor, incapaces de acabar con él.
Bellatrix todavía estaba luchando también, a cincuenta yardas de Voldemort, y como su amo, luchaba con tres a la vez: Hermione, Ginny y Luna, todas al máximo de sus posibilidades, pero Bellatrix las igualaba, y la atención de Harry se desvió cuando una Maldición Asesina golpeó tan cerca de Ginny que falló y no la mató por un centímetro.
Cambió de curso, corriendo hacia Bellatrix en vez de hacia Voldemort, pero antes de haber dado un par de pasos fue golpeado a un lado.
-¡MI HIJA NO, PERRA!
La Señora Weasley se quitó la capa mientras corría, liberando sus manos. Bellatrix se dio la vuelta, rugiendo de risa antes de visión del nuevo desafío.
-¡FUERA DE MI CAMINO! -gritó la Señora Weasley a las tres chicas, y con un simple ademán de su varita empezó el duelo. Harry observaba con terror y júbilo como la varita de Molly Weasley acuchillaba y se retorcía, y la sonrisa de Bellatrix Lestrage decaía y se convertía en un gruñido. Rayos de luz volaban desde ambas varitas, el suelo alrededor de los pies de las brujas se levantó y agrietó. Ambas mujeres estaban luchando a muerte.
-¡No! -gritó la Señora Weasley cuando unos pocos estudiantes se adelantaron, intentando acudir en su ayuda-. ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Es mía!
Cientos de personas estaban ahora alineadas contra las paredes, observando las dos luchas, Voldemort y sus tres oponentes. Bellatrix y Molly, y Harry de pie, invisible, desgarrado entre ambas, deseando atacar y a la vez proteger, incapaz de estar seguro de no alcanzar a un inocente.
-¿Qué ocurrirá con tus hijos cuando mueras? -se burlón Bellatrix, tan loca como su amo, haciendo cabrioles mientras las maldiciones de Molly danzaban a su alrededor-. ¿Cuando Mami se haya ido como Freddie?
-¡Tú... nunca... volverás... a... tocar... a... mis... hijos! -gritó la Señora Weasley.
Bellatrix rió con la misma risa alborozada que su primo Sirius había soltado mientras caía hacia atrás a través del velo, y de repente Harry supo lo que iba a ocurrir antes de que ocurriera.
La maldición de Molly pasó bajo el brazo extendido de Bellatrix y la golpeó de lleno en el pecho, directamente sobre el corazón.
La sonrisa satisfecha de Bellatrix se congeló, sus ojos parecieron salirse de sus órbitas. Durante el más ínfimo espacio de tiempo supo lo que había ocurrido, y después perdió el equilibrio, y la multitud de observadores rugió enardecida, y Voldemort gritó.
Harry lo sintió mientras se giraba a cámara lenta. Vio a McGonagall, Kingsley y Slughorn salir despedidos hacia atrás, agitándose y contorsionándose en el aire, cuando la furia de Voldemort ante la caída de su última y mejor lugarteniente explotó con la fuerza de una bomba. Voldemort alzó la varita y la apuntó hacia Molly Weasley.
-¡Protego! -rugió Harry, y el Encantamiento Escudo se expandió en medio del Salón, y Voldemort miró alrededor en busca de la fuente mientras Harry se quitaba la Capa de Invisilibidad al fin.
El chillido de sorpresa, los vitores, los gritos de por todos lados: "¡Harry! ¡ESTÁ VIVO!" fueron ahogados de inmediato. La multitud tenía miedo, y el silencio cayó abrupta y completamente cuando Voldemort y Harry se miraron el uno al otro, y empezaron, al mismo tiempo, a girar en círculos.
-No quiero que ningún otro ayude, -dijo Harry en voz alta, y en el silencio absoluto su voz sonó como la llamada de una trompeta-. Así es como debe ser. Tengo que ser yo.
Voldemort siseó.
-Potter no quiere decir eso, -dijo, sus ojos rojos estaban abiertos de par en par-. Así no es como funciona, ¿verdad? ¿A quién vas a utilizar como escudo hoy, Potter?
-A nadie, -dijo Harry simplemente-. No hay más Horrocruxes. Solos tú y y yo. Ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva, y uno de nosotros está a punto de desaparecer para siempre.
-¿Uno de nosotros? -se burló Voldemort, y todo su cuerpo estaba tenso y sus ojos rojos fijos, una serpiente a punto de atacar-. ¿Crees que serás tú, eh, el chico que ha sobrevivido por accidente, y porque Dumbledore tiraba de sus cuerdas?
-¿Fue un accidente, cuando me salvó mi madre? -preguntó Harry. Se movian lentamente de lado, ambos, en un círculo perfecto, manteniendo la misma distancia el uno del otro, y para Harry no existía más cara que la de Voldemort-. ¿Accidente, cuando decidi luchar en ese cementerio? ¿Accidente, que no me defendiera esta noche, y aún así sobreviviera, y volviera para luchar?
-¡Accidentes! -gritó Voldemort, pero aún así no atacaba, y la multitud de observadores estaba congelada, como Petrificados, y los cientos de personas del Vestibulo, nadie parecía respirar excepto ellos dos-. Accidente y casualidades y el hecho de que te escondes y gimoteas tras las faldas de grandes hombres y mujeres, ¡y me permites matarles en tu lugar!
-No matarás a nadie más esta noche, -dijo Harry mientras giraban, y se miraban directamente a los ojos, verde contra rojo-. No podrás volver a matar nunca a ninguno de ellos. ¿No lo coges? Estaba preparado para morir para evitar que hicieras daño a esta gente...
-¡Pero no lo hiciste!
-...tenía intención de hacerlo, y eso es lo que cuenta. Hice lo que hizo mi madre. Protegerles de ti. ¿No has notado como ninguno de los hechizos que les has lanzado les han tocado? No puedes torturarles. No puedes tocarles. No has aprendido de tus errores, Riddle, ¿verdad?
-Te atreves...
-Si, me atrevo -dijo Harry-. Sé cosas que tú no sabes, Tom Riddley. Sé un montón de cosas que tú no. ¿Quieres oir algunas, antes de cometer otro gran error?
Voldemort no habló, pero rondaba en circulos, y Harry sabía que le tenía temporalmente hipnotizado, contenido por la idea de que hubiera la más mínima posibilidad de que Harry pudiera saber un secreto definitivo...
-¿El amor de nuevo? -dijo Voldemort, su cara de serpiente se burlaba-. La solución favorita de Dumbledore, que él afirmaba conquistaba a la muerte, aunque el amor no evitó que cayera de la torre y se rompiera como un muñeco de cera vieja. Amor, que no evitó que aplastara a tu madre sangre sucia como a una cucaracha, Potter... y nadie parece amarte a ti lo suficiente como para adelantarse estaba vez e interceptar mi maldición. ¿Qué evitará entonces que mueras esta vez cuando ataque?
-Solo una cosa -dijo Harry, y siguieron rodeándose el uno al otro, absortos el uno en el otro, separados solo por el último secreto.
-Si no es el amor lo que te salvará esta vez, -dijo Voldemort- debes creer que tienes una magia que yo no tengo, o alguna otra cosa, ¿un arma más poderasa que la mía?
-Las dos cosas, creo -dijo Harry, y vio el destello de sorpresa cruzar la cara de serpiente, aunque se disipó instantáneamente. Voldemort empezó a reir, y el sonido fue más aterrador que sus gritos, enloquecido y sin humor, y resonó a través del silencioso Salón.
-¿Crees que conoces magia que yo no? -dijo-. ¿Que yo, que Lord Voldemort, que ha realizado magia con la que ni siquiera el propio Dumbledore habría soñado jamás?
-Oh, soñó con ella, -dijo Harry- pero sabía más que tú, sabía lo suficiente para no hacer lo que tú.
-¡Quieres decir que era débil! -gritó Voldemort-. Demasiado débil como para atreverse, demasiado débil como para coger lo que podría haber sido suyo, ¡lo que será mío!
-No, era más astuto que tú, -dijo Harry- mejor mago, y mejor hombre.
-¡Yo ordené la muerte de Albus Dumbledore!
-Crees haberlo hecho, -dijo Harry- pero estás equivocado.
Por primera vez, la multitud de observadores se movió cuando cientos de personas alrededor de las paredes respiraron como una.
-¡Dumbledore está muerto! -Voldemort arrojó las palabras a Harry como si estas le causaran un dolor insoportable-. Su cuerpo se pudre en una tumba de mármol en los terrenos de este castillo. Yo le vi, Potter, ¡y no volverá!
-Si, Dumbledore está muerto, -dijo Harry tranquilamente-. pero no fuiste tú quien lo mató. Eligió su propia forma de morir, la eligió meses antes de morir, lo arregló todo con el hombre al que creías tu sirviente.
-¿Que sueño infantil es este? -dijo Voldemort, pero todavía no atacaba, y sus ojos rojos no se separaban de los de Harry.
-Severus Snape no era uno de tus hombres-. dijo Harry-. Lo era de Dumbledore. De Dumbledore desde el momento en que empezarse a perseguir a mi madre. Y nunca lo comprendiste, porque es la única cosa que no puedes entender. ¿Nunca viste que a Snape lanzar un Patronus, Riddle?
Voldemort no respondió. Continuaron girando uno alrededor del otro como lobos dispuestos a hacer trizas al otro.
-El Patronus de Snape era una cierva -dijo Harry-, como el de mi madre, porque la amó durante casi toda su vida, desde que eran niños. Deberías haberlo notado, -dijo cuando vio llamear las fosas nasales de Voldemort-, te pidió que le perdonaras la vida, ¿verdad?
-La deseaba, eso era todo, -dijo Voldemort con desprecio-, pero cuando desapareció, él estuvo de acuerdo en que habían otras mujeres, y de sangre pura, que le merecerían...
-Por supuesto que te dijo eso -dijo Harry-. pero fue espia de Dumbledore desde el momento en que la amenazaste, y ha estado trabajando contra tí desde entonces! ¡Dumbledore ya se estaba muriendo cuando Snape acabó con él!
-¡Eso no importa! -chilló Voldemort, que había seguido cada palabra con absorta atención, pero ahora dejó escapar un cacareo de risa enloquecida-. ¡No importa si Snape era mío o de Dumbledore, o que mezquinos obstáculos trató de poner en mi camino! Los aplasté como aplasté a tu madre, ¡el supuesto gran amor de Snape! ¡Oh, pero todo cobra sentido, Potter, y de formas que no tú no entiendes!
¡Dumbledore estaba intentando mantener la Varita de Sauco lejos de mí! ¡Su intención era que Snape fuera el auténtico amo de la varita! Pero yo voy por delante de tí, muchachito. ¡Cogí la varita antes de que consiguieras poner sus manos en ella! ¡Entendi la verdad antes que tú! ¡Maté a Severus Snape hace tres horas, y la Varita de Sauco, la Vara de la Muerte, la Varita del Destino es verdaderamente mía! ¡El último plan de Dumbledore salió mal, Harry Potter!
-Si, lo hizo -dijo Harry-. Tienes razón. Pero antes de que me mates, te aconsejo que pienses en lo que has hecho... Piensa, e intenta sentir algo de remordimiento, Riddley...
-¿Que es esto?
De todas las cosas que Harry le había dicho, más allá de cualquier revelación o burla, nada había sorprendido a Voldemort como esto. Harry vio sus pupilas contraerse en las finas rendijas, vio la piel alrededor de sus ojos quedarse blanca.
-Es tu última oportunidad, -dijo Harry-, todo lo que te queda... he visto lo que hubieras sido de otro modo... Sé un hombro... inténtalo... Intenta sentir algún remordimiento...
-¿Te atreves...? -dijo Voldemort de nuevo.
-Si, me atrevo, -dijo Harry-, porque el último plan de Dumbledor no se ha vuelto contra mí en absoluto. Se ha vuelto contra tí, Riddle.
La mano de Voldemort estaba temblando sobre la Varita de Sauco, y Harry aferraba la de Draco muy firmemente. El momento, lo sabía, estaba a solo segundos.
-La varita todavía no funciona apropiadamente para ti porque mataste a la persona equivocada. Severus Snape nunca fue el auténtico amo de la Varita de Sauco. Nunca derrotó a Dumbledore.
-Le mató...
-¿No has estado escuchando? ¡Snape nunca derrotó a Dumbledore! ¡La muerte de Dumbledore estaba planeada! Dumbledore tenía intención de morir, sin ser derrotado, el último amo de la varita! ¡Si todo hubiera salido tal y como estaba planeado, el poder de la varita habría muerto con él, porque nunca ha sido derrotado!
-¡Pero entonces, Potter, Dumbledore fue tan amable de darme la varita! -la voz de Voldemort se sacudía con malicioso placer-. ¡Robé la varita de la tumba de su último amo! ¡La cogí contra los deseos del último amo! ¡El poder es mío!
-¿Todavía no lo coges, verdad, Riddley? ¡La posesión de la varita no es suficiente! Sujetarla, utilizarla, no la hace realmente tuya. ¿No oiste a Ollivander? La varita elige al mago... La Varita de Sauco reconoció a un nuevo amo antes de que Dumbledore muriera, alguien que nunca puso su mano en ella. El nuevo amo le quitó la varita a Dumbledore contra su voluntad, sin comprender nunca lo que había hecho exactamente, o que la varita más peligrosa del mundo le había otorgado su lealtad...
El pecho de Voldemort se alzaba y caía rápidamente, y Harry podía sentir la maldición llegando, la sintió formarse dentro de la varita apuntada hacia su cara.
-El auténtico amo de la Varita de Sauco era Draco Malfoy
Una sorpresa estupefacta se mostró por un momento en la cara de Voldemort, pero entonces desapareció.
-¿Y qué importa eso? -dijo suavemente-. Incluso si tienes razón, Potter, eso no supone ninguna diferencia entre tú y yo. Ya no hay varitas de fénix. Será un duelo solo de habilidad... y después de que te haya matado, puedo ocuparme de Draco Malfoy...
-Pero llegas demasiado tarde, -dijo Harry-. Perdíste tu oportunidad. Yo llegué primero. Vencí a Draco hace semanas. Le quité su varita.
Harry ondeó la varita de espino, y sintió los ojos de todo el mundo en el Salón posados en ella.
-Asi que todo se reduce a eso, ¿verdad? -susurró Harry-. ¿Sabe la varita que está en tu mano que su último amo fue Desarmado? Porque si lo sabe... yo soy el auténtico amo de la Varita de Sauco.
Un rayo rojo estalló repentinamente cruzando el cielo encantado sobre ellos cuando el borde del sol deslumbrante apareció sobre el alféizar de la ventana más cercana. La luz golpeó ambas caras al mismo tiempo, haciendo que la de Voldemort pareciera repentinamente un borrón llameante. Harry oyó a la voz más aguda gritar y también el gritó esperando lo mejor, apuntando la varita de Draco.
-¡Avada Kedavra!
-¡Expelliarmus!
La explosión fue como el disparo de un cañón, y las llamas doradas que estallaron entre ellos, marcando el centro del círculo que habían estado trazando, en el punto donde los hechizos colisionaron...CONTINÚA EN EL BLOG :P

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yes exactly, in some moments I can bruit about that I acquiesce in with you, but you may be making allowance for other options.
to the article there is even now a suspect as you did in the decrease issue of this demand www.google.com/ie?as_q=cypress cottage swellendam ?
I noticed the axiom you have not used. Or you profit by the pitch-dark methods of helping of the resource. I suffer with a week and do necheg

Buscador de Visión-Ar